“Shaaaaaaaarkkk!”
Un cielo despejado con un sol que nos quema a través de la pantalla nos reciben mientras nos adentramos en la selva para encontrar un misterioso paraíso, una playa de postal se postra ante nuestros ojos elevando nuestros deseo de estar ahí con un camastro y un par de margaritas.
Nancy (Blake Lively) ha llegado al paradisíaco destino debido a que se encuentra en la búsqueda de algo que le haga salir adelante tras perder a su madre debido a una enfermedad. Abandonó la escuela de medicina y decidió ir a la playa que alguna vez visitó su mamá antes de que ella naciera. Dicho lugar se encuentra en México y está alejado de todo tipo de civilización, ahí se encontrará con dos surfistas y los tres pasarán un divertido día en las olas.
La protagonista decide quedarse a atrapar una última ola y despide a sus acompañantes, desafortunadamente el cadáver de una ballena atraerá la atención del más temible depredador de aguas saladas, mismo que se interpondrá entre ella y tierra firme, dejándola atrapada en una roca a escasos metros de la playa.
Jaume Collet-Serra estrena su más reciente cinta The Shallows (Miedo profundo) y lleva el miedo a las profundidades del mar como lo hiciera Spielberg con la emblemática Jaws en 1975. A través de un thriller centrado en un personaje el director logra poner los elementos de la cinta en los lugares correctos, sin la necesidad de elaborar complicadas historias o insertar elementos adicionales.
El tiburón fue elaborado a través de computadora y el trabajo que hicieron para darle vida es sorprendente, en pocas escenas el realismo del animal puede ser puesto en duda, de igual forma los espectaculares escenarios son el complemento ideal para sumergirnos en la historia que comienza con acción pura desde el inicio acrecentando la tensión con cada escena.
Blake Lively es la encargada de llevar todo el peso dramático de la cinta y su trabajo es por demás convincente, a pesar de que durante la primera mitad de la película el glamour del personaje, junto a su escotado traje de surf, la hacen parecer más una modelo que una mujer al borde la muerte y es que es imposible que Lively se vea bien aún después de haber sido revolcada por una ola gigante, cada ángulo resalta alguna de las curvas de su trabajado cuerpo.
La historia aprovecha la sensación de misterio y enormidad que ofrece el océano por sí mismo. En la superficie los sonidos son relajados y amigables, son cosas que hemos escuchado en cualquier otro día de playa: las aves, las olas y el viento, sin embargo en cada toma submarina el sonido desaparece dando espacio al vacío inmenso que representa el profundo azul.
La cámara se posiciona en lo alto para dejarnos ver la inmensidad del mar y es inevitable compararla con la vulnerabilidad que representa Nancy sola en el agua, sin más que su tabla de surf. Los peligros desconocidos que nadan debajo de ella siempre están presentes aunque no los podamos ver o no seamos conscientes de ellos. Hay algo que siempre asecha y busca la oportunidad de arrastrarla hasta el fondo, de donde no podrá salir jamás.
Nancy no se encontrará atrapada sola, en su roca también quedará atascada una gaviota con el ala dislocada, su compañía será fundamental para la supervivencia del personaje, es el Wilson que le permitirá aferrarse al deseo de salir adelante sin siquiera expresar palabra alguna y sin que ella lo sepa realmente.
El director nos ofrece un par de momentos en los que la tensión queda en segundo plano, se trata de la interacción de Nancy con los lugareños, la forma en la que intentan comunicarse sin conocer bien el otro idioma (español-inglés) es tratada de una forma hilarante, muy a la mexicana.
La película tenía todos los elementos para ser un fracaso olvidable de la temporada de blockbusters de verano, pero The Shallows, sin ser la cinta que revolucionará el género, cumple y sobrepasa todas las expectativas que se tenían sobre ella gracias a una buena ejecución técnica e histriónica.
El enfrentamiento entre el hombre (mujer) y la naturaleza es la razón que le recuerda a Nancy las razones por las cuales debe salir adelante. La determinación y la voluntad humana serán las que marquen la diferencia al momento de actuar en los momentos de crisis. En el subconsciente yace nuestro instinto más primario y el que da motor a nuestra existencia: la supervivencia.