“Y volver, volver, volver a tus brazos otra vez, llegaré hasta donde estés yo sé perder, yo sé perder, quiero volver, volver, volver.”
Tras varios años de ausencia Roberto Sneider vuelve a la silla de director para traernos una nueva película. Me estás matando Susana es una adaptación del libro Ciudades Desiertas de José Agustín y nos lleva a conocer los extremos a los que una pareja puede llegar para continuar juntos a pesar de hacerse, aparentemente, profundamente infelices.
Eligio (Gael García Bernal) es un macho a la mexicana que llega borracho a su casa esperando que su mujer, Susana (Verónica Echegui), se encuentre ahí dispuesta a cumplir sus necesidades. Eligio puede darse una vida de parrandas mientras conquista a varias mujeres a su paso, pero Susana no puede darse esos lujos. Susana desaparece un día de su hogar sin dejar rastro de su paradero, el suceso dará paso a una desenfrenada búsqueda por parte de su marido que al ver todo lo que tenía seguro amenazado sentirá temor y recordará que realmente amaba a su esposa.
La tormentosa relación de la pareja ocupará el centro del filme dejando a cualquier otro personaje relegado a un segundo plano o como medio para que los esposos se den cuenta del gusto/disgusto que les provoca estar juntos. Tras la partida de Susana la historia se trasladará a Iowa, lugar donde marido y mujer habrán de encontrarse de nuevo y tras una pelea (que a nada estuvo de llegar a los golpes) deciden dejar todo tipo de engaño y disgusto atrás para volver a retomar su amor ¿cuánto tiempo durará? No lo saben, pero lo que bien se aprende nunca se olvida y los viejos hábitos no tardan en hacerse presentes.
Gael García hace un trabajo excepcional, dota a su personaje de picardía e ironía. Eligio es un hombre que detestamos pero amamos al mismo tiempo y es precisamente esa característica la que le imprime el actor, Gael tiene un no sé qué que qué sé yo muy particular que le permite encarnar la dualidad que demanda Eligio.
Me estás matando Susana es también un guiño para muchos mexicanos que se sentirán identificados con alguno de los personajes o con la situación particular que viven. Cada cual a su manera, pero es innegable que la presencia del machismo sigue siendo una constante en la sociedad mexicana que por más progresista que se muestre al mundo sigue repitiendo estereotipos que arrancan las carcajadas del espectador en las salas de cine e inclusive algunas afirmaciones en voz alta como: ¡Así se hace chinga! ¡Demuéstrale quién manda! Verdaderas joyas modernas dichas tanto por hombres como por mujeres.
Ya nos lo anticipaba Thalía hace algunos ayeres cuando al ritmo de Amor a la mexicana nos decía quiero un amor duro que me pueda hacer vibrar uno que se presenta con caballo, bota y sombrero. A final de cuentas muchas personas aún creen en ese amor con uno de Los 3 García, uno de los que se cita en otro de los versos de la misma canción: despacio y luego me mata, mi macho de corazón, infeliz pero con macho a la mexicana de corazón es una de las opciones para el vivieron felices por siempre que le venimos ofreciendo.
En Me estás matando Susana también atestiguaremos una historia de dos personas que se aman de una manera poco usual, una en la que dos personas han creado un vínculo de dependencia del otro, uno en el que no estarán tranquilos si no es arruinando el día de su compañero de vida. La última canción (Volver Volver) envuelve justamente todo el sentimiento que genera la película, cierra un círculo que se repetirá eternamente hasta que la muerte los separe.
Qué vamos a hacer sino volver a los brazos de la persona que de alguna retorcida forma da seguridad y alegría a nuestra vida. Quiero volver, volver, volver…